Jardinería de coral: los viveros que florecen bajo el mar

 

Los buzos se sumergen entre los arrecifes que se han dañado por efecto del oleaje, los huracanes y la acción del ser humano. En su recorrido bajo el agua recogen fragmentos de corales que han caído sobre la arena para sembrarlos en un vivero submarino, en donde los cuidarán hasta transformarse en jóvenes colonias. Luego, los regresarán a los arrecifes impactados para trasplantarlos y así restaurar esos sitios a través de la jardinería de coral, un método que demuestra que los viveros también pueden florecer bajo el mar.

“Primero, los corales son una ramita pequeña y, cuando crecen, obtenemos una especie de brócoli. Durante seis meses, les damos mantenimiento, limpieza y supervisión para que ningún otro organismo llegue a comérselos. Cuando tienen la estructura y el tamaño para subsistir en el arrecife, los llevamos al sitio para colocarlos y fijarlos”, explica Jorge Iván Cáceres Puig, biólogo y director de Efecto Arena, organización dedicada a la conservación marina y la educación ambiental en la Bahía de La Paz, Baja California Sur, en el noroeste de México.

 

Buzo restaurador realizando monitoreo del crecimiento de colonias de coral en los viveros de Efecto Arena. Foto: Efecto Arena
El proceso de incubación se realiza sobre camas de vivero hechas con tuberías plásticas de PVC que reciben esos fragmentos. Allí, los especialistas los preparan con pequeños tubos y coples que encajan entre sí y que, ya en el proceso de trasplante en el arrecife, funcionan como bases que se fijan en la roca con resina epóxica.

“En el arrecife, los vemos como si hubiera tornillos y tuercas por todos lados, pero son las jóvenes colonias —los brócolis— que están atornilladas en esos espacios. El coral queda fijo en la roca y esto le permite tener su primer sustrato. Allí sigue creciendo y la base de plástico que nosotros pusimos, y que va embebida completamente en el coral, ya no se ve”, detalla Cáceres Puig.

De esta manera empieza un proceso de sucesión ecológica —explica el especialista— en donde, a la par del crecimiento de los corales, comienzan a llegar otros organismos como esponjas, crustáceos y peces, señal de un ecosistema sano.

“Es muy bonito ver cómo va construyéndose un ecosistema, en el sentido de que aumenta su complejidad, es decir, la diversidad de organismos que están en el sitio. Además, esos mismos organismos empiezan a exportar biomasa, porque llegan los juveniles de peces o de algunos otros invertebrados y, después de que se desarrollan, se van del sitio. Esto genera un ecosistema mucho más sano, pero que al mismo tiempo está exportando más vida hacia el resto del océano”, agrega Cáceres Puig.

A través de esta técnica, desde el 2021 a la fecha, han logrado sembrar casi 10 000 colonias de coral duro del género Pocillopora y cuentan con más de 6 000 nuevas colonias en crecimiento, listas para trasplantarse en las zonas de restauración en la Bahía de La Paz.

Redacción @panamagreennews / Fuente: Mongabay