Chile: Una tragedia anunciada que pudo evitarse con un control urbanístico

 

Más de 130 personas han muerto y 15.000 viviendas han sido destruidas por los devastadores incendios forestales que azotan el centro de Chile. Las zonas de Valparaíso y Viña del Mar, incluyendo la sede del Congreso chileno y uno de los principales centros turísticos del país, se encuentran en un estado de devastación.

El presidente Gabriel Boric ha comparado la magnitud de la tragedia con el terremoto y tsunami de 2010, y las imágenes de familias en la calle y barrios reducidos a cenizas han conmocionado a la sociedad chilena. Se espera que el número de víctimas aumente a medida que se retiren los escombros.

Si bien la conmoción es comprensible, especialmente tras la muerte del expresidente Sebastián Piñera en un accidente de helicóptero, no se puede ignorar que esta tragedia era evitable.

Chile ha experimentado incendios forestales de gran magnitud durante décadas. Este año, se anticipaban que serían especialmente voraces debido a la sequía y las altas temperaturas provocadas por el fenómeno de El Niño.

Las zonas afectadas no fueron víctimas de un cataclismo repentino. La cantidad de víctimas se debe a una serie de factores, incluyendo la construcción de barriadas sin planificación en terrenos no aptos, el hacinamiento y el uso de materiales inflamables.

El Estado ha fallado en los controles y en la implementación de alertas tempranas. La población denuncia que no se les avisó con suficiente antelación de la llegada de las llamas, y algunos se negaron a evacuar por temor a los saqueos.

Es inadmisible que en un país miembro de la OCDE, con su nivel de desarrollo, un incendio forestal cause más de un centenar de muertos. Chile enfrenta ahora una nueva prueba de madurez, donde la seguridad ciudadana y la respuesta a las catástrofes naturales deben ser prioridades.

El Estado debe asistir a las víctimas, investigar las posibles intencionalidades de algunos focos de incendio y castigar a los responsables. La reconstrucción debe ser una oportunidad para levantarse de las cenizas sin repetir los errores del pasado.

Chile ha demostrado capacidad de adaptación y resiliencia frente a grandes tragedias naturales. Ahora es el momento de responder al fuego, delineando un plan ambicioso de prevención con alertas tempranas efectivas y planes de evacuación eficientes. El cambio climático es una realidad y Chile debe adaptarse para evitar nuevas tragedias.